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" ..pero tampoco creas a pie juntillas todo/no creas nunca creas este falso abandono/
estaré donde menos lo esperes/por ejemplo en un árbol añoso de oscuros cabeceos/
estaré en un lejano horizonte sin horas.."


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Grupo Virtual - Una manera distinta de compartir, una manera distinta de comprender



viernes, 30 de julio de 2010

TARDES DE MATE Y CUENTOS: Ensayo#links

TARDES DE MATE Y CUENTOS: Ensayo#links

Jorge Luis Borges ante la condición humana

























Borges con su hermana Nora en Suiza, en sus épocas de bachiller.
Foto tomada entre 1914-18.


Datos biográficos


Nació en Buenos Aires (Argentina) el 24 de agosto de 1899 y murió en Ginebra (Suiza) el 14 de junio de 1986. En su adolescencia viajó con sus padres a Europa donde cursó su bachillerato. En España, conoció a Rafael Cansinos Asséns, uno de sus maestros, y se inició en la literatura dentro del movimiento ultraísta, pero pronto lo abandonó para desarrollar un estilo personalísimo. Su formación como erudito fue la de un autodidacta, lector apasionado y pensador infatigable. De regreso a la Argentina, conoció y trató a otro de sus maestros: Macedonio Fernández, y comenzaron a aparecer sus primeros libros a partir de Fervor de Buenos Aires de 1923. Su carrera de poeta, ensayista, relator y traductor tomó un nuevo giro debido a un accidente sufrido en diciembre de 1938, después del cual comenzó a escribir cuentos fantásticos que integraron algunos de sus libros más célebres como Ficciones. Por aquellos años, Borges colaboró en la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, y se hizo amigo personal de Adolfo Bioy Casares, con quien escribió libros en común.

Aunque siempre había tenido problemas en la vista, a partir de 1955 quedó definitivamente ciego y, en la misma época, se lo designó Director de la Biblioteca Nacional. Al año siguiente fue nombrado Profesor de Literatura Inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y recibió también el Premio Nacional de Literatura. En 1961, el Premio Internacional Formentor de Literatura que compartió con Samuel Beckett significó el comienzo de un largo reconocimiento internacional colmado de honores -tales como el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Oxford en 1971-, de viajes, invitaciones y muchos premios -como el Cervantes, recibido en 1979-. Se trata de un autor que produjo literatura durante casi setenta años y que ocupó el primer lugar en las letras argentinas. Las vinculaciones constantes de su obra con la filosofía resultaron siempre enormes. Su último libro fue Los conjurados de 1985.



Concepciones sobre la condición humana

Desde la primera etapa de su obra -a partir de los escritos juveniles- puede reconocerse la huella indeleble del idealismo en su pensamiento, que continuará a lo largo de toda su producción, particularmente del idealismo de George Berkeley, expresado en su libro Los principios del conocimiento humano, y resumido en el lema “esse est percipi” con el cual Berkeley negaba la existencia independiente de la materia y afirmaba que el mundo no existe fuera de nuestra percepción. Dos ejemplos evidentes pueden leerse en: el poema “Amanecer” de su primer libro, en el que se conjetura que, como el mundo es el resultado de la mente, en las horas del sueño hay un instante en que peligra desaforadamente el ser de toda la ciudad de Buenos Aires: el instante del alba, en el que sólo algunos trasnochadores sueñan el mundo; y en el cuento “Tlön, Uqbar,Orbis Tertius” donde se lee : “Hume notó para siempre que los argumentos de Berkeley no admiten la menor réplica [...]”, frase que demuestra la permanencia del idealismo berkeliano a lo largo del tiempo y en la obra de su madurez. Este idealismo le brindará una suerte de distanciamiento de la realidad, en especial de la realidad social, y envolverá su concepción de la condición humana en un manto de irrealidad en el que se jugará estéticamente con la idea de que el mundo “es una actividad de la mente/un sueño de las almas”. Este idealismo mezclado con un toque de orientalismo -tendencia de muchos escritores argentinos durante fines del XIX y comienzos del XX- lo llevará a constantes juegos de su pensamiento sobre la apariencia engañosa de lo que llamamos realidad cuando sólo es un manto irreal, como un espejismo, y sobre la negación del yo, lo cual lo condujo a desarrollar un estilo lleno de modalizaciones que serán la expresión física de un pensamiento sobre lo incierto, lo ambiguo, lo que se diluye, las infinitas posibilidades del pensamiento que puede admitir bifurcaciones, repeticiones, contradicciones lógicas y estructuras paradojales que disuelven el tiempo y el espacio y, por ello, su concepción de la condición humana carecerá de todo sentido histórico a un punto tal como en pocos escritores se ha dado. El Borges real dirá así que no es necesario leer el diario porque siempre sucede lo mismo. El Borges escritor expresará una y otra vez, que somos Caín y Abel, Shakespeare, Keats o César y que todos los autores son un solo autor. La concepción de un tiempo circular, en el que volvemos al mundo como en la teoría de la metempsicosis será particularmente un juego estético, más que una concepción histórica.

El idealismo se asocia en él con un nominalismo evidente en el que el conocimiento de la realidad es casi imposible, porque para ordenar los datos de nuestros sentidos y de nuestra conciencia debemos recurrir al lenguaje pero este instrumento nos falsea la realidad porque la abstrae, la conceptualiza, la sistematiza, la deforma de modo tal que los humanos quedamos atrapados en sus redes conceptuales, en sus enunciados y no podemos llegar a conocer o a experimentar completamente la realidad profunda; para Borges, en Otras Inquisiciones, existen los realistas y los nominalistas y están enfrentados (los realistas creen que pueden lidiar intelectualmente con los problemas del ser y de la realidad profunda; y los nominalistas creen que están obligados a detenerse en los problemas del lenguaje como Hume, G. E. Moore, Wittgenstein, Fritz Mauthner, y otros pensadores que Borges eligió como hipotextos). La red del lenguaje impide la llegada a la verdad absoluta y, por lo tanto, todas las voces son atendibles.

A contrapelo de todo dogmatismo y de toda certeza absoluta, el pensamiento de Borges presenta pocas convicciones sin doblez acerca de la condición humana y es por ello que vale la pena destacarlas especialmente.

En primer lugar, la filosofía aparece en su pensamiento como una rama de la literatura fantástica sin que esta conceptualización vaya en desmedro de ella, sus diferentes sistemas son construcciones que lo asombrarán placenteramente hasta el punto de convertirlos en temas constantes de su obra, pasará revista a muchos sistemas (Pitágoras, Heráclito, Parménides, Platón, Plotino, Descartes, Pascal, Voltaire, Leibnitz, Vico, Croce, Nietzsche, Bertrand Russell y tantos otros) pero jamás se adherirá dogmáticamente a ninguno de ellos ya que no los considera dueños de la verdad absoluta. Los sistemas son como piezas literarias maravillosas creadas por el hombre y, a veces, más profundas, son como metáforas que intentan hablar de lo indecible. El hombre debe recorrer esos sistemas, el laberinto de las bibliotecas como una forma elevada y plena de vida, aunque no necesariamente de felicidad.

En segundo lugar, el hombre está siempre un poco perdido en un mundo brumoso, como en la frase del Evangelio: “Videmus nunc per speculum in aenigmate”, perdido en el “laberinto del universo” -como ha afirmado Jaime Rest-, perdido como intelectual en el laberinto de las fuentes literarias y filosóficas -como ha escrito Roger Caillois-. A menudo no sabe realmente quién es ni qué ha venido a hacer a este mundo hasta el instante revelador y epifánico en que entiende, al ver llegar la hora de su muerte, cuál es su destino; para enfrentar ese magma incierto, debe ser valiente. La valentía y su vertiente, el culto del coraje, son valores permanentes en la obra borgeana que lo eslabonan con el pensamiento argentino que lo precedió. Con este culto se relaciona el sentido épico, la valorización de lo épico en su obra, de las empresas militares, del uso de la espada, ya sea desde las empresas lejanas de los vikingos hasta las más cercanas de sus antepasados militares que pelearon batallas y vertieron su sangre por la patria; y pertenecen a él, asimismo, todas las exaltaciones estéticas de las “filosofías del arrabal porteño”, de los malevos, “taitas”, de los duelos a cuchillo, de las mujeres como La Lujanera -de su relato “Hombre de la esquina rosada”- que se van con el más valiente.

Con ese culto y ese “deber ser” se relaciona también su profunda adhesión al estoicismo -que en su vida personal se tradujo como valentía asombrosa frente a la ceguera-, con derivados tales como la parquedad en la expresión de los sentimientos íntimos, lo inaceptable de la queja varonil, el decoro casi victoriano, la amistad tramada de sentimientos tácitos y expresiones lacónicas entre varones recios.

En tercer lugar, la literatura de Borges no puede ser comprendida fuera del país de origen porque el lugar marca al hombre en su existencia, tanto en la primera etapa criollista como en los años maduros en los que escribía milongas; esta característica armoniza perfectamente con su universalidad y con la apelación constante de la enciclopedia de la cultura universal; dicho simplemente: el hombre que medita sobre la interpretación de Platón es el mismo que exclama que las calles de Buenos Aires son la entraña de su alma. La unión de diversos campos del saber ha hecho que señalaran su obra como un territorio de epistemologías transversales como, por ejemplo, cuando se atreve a “aplicar el principio de los indiscernibles de Leibnitz a los problemas de la individualidad y del tiempo”.

Y, por último, no es posible entender su obra ni sus conceptos bastante nihilistas sobre la condición humana sin tener en cuenta su humor refinado, sutil y a menudo irónico.

Desde el punto de vista político, el Borges maduro fue fiel a la clase que perteneció: la burguesía. Fue anti-populista y sintió horror por la demagogia, enemigo de figuras históricas como Rosas y Perón. Cultivó una suerte de liberalismo que incluía muchas ideas conservadoras. Aunque de joven había admirado a la Revolución Rusa, de viejo firmó manifiestos contrarios a la Revolución Cubana y aceptó un premio de manos del General Pinochet de Chile que -según muchos- impidió le fuera otorgado más tarde el Premio Nobel de Literatura. Aunque en su vida personal fuera incapaz de las crueldades que desplegó el gobierno militar de Argentina durante la época denominada “el Proceso”, como intelectual no las rechazó explícitamente lo suficiente y sólo en los últimos años comenzó a interesarse por el caso de algunos desaparecidos.

En “Anatomía de mi Ultra”, de 1921, Borges distingue dos tipos de mentalidad humana: la impresionista, en la que el individuo se abandona al ambiente, se deja impregnar por él y la expresionista, en la que el ambiente es instrumento del individuo; a estas dos mentalidades corresponderían dos estéticas: la de los espejos, que es pasiva; y la de los prismas, que es activa. Por ello, llama a una de sus primeras revistas Prisma e integra el ultraísmo, tanto en España como en Argentina, al que reconoce como una forma del expresionismo.

Una curiosidad de sus años juveniles es el bolchevismo inicial, entendiendo por tal el enorme entusiasmo de carácter épico-poético que la Revolución Rusa bolchevique despertó en el joven Borges, quien nunca, ni siquiera en aquellos momentos, fue un escritor marxista. Su bolchevismo, en cambio, estuvo íntimamente vinculado a su anarquismo inicial.

Varios poemas dan cuenta de aquella ilusión trágica, que era esperanza en un mundo y en un hombre nuevo, en una revolución que brindara condiciones diferentes. Las bayonetas se ven en esa poesía llevando en su punta las mañanas, el mañana, el futuro. El discurso poético construye también una escenografía de vanguardia: “El mundo se ha perdido y los ojos de los muertos lo buscan” (“Trinchera”) ; “Bajo estandartes de silencio pasan las muchedumbres” (“Rusia”); “La estepa es una inútil copia del alma” (“Guardia Roja”); “Las barricadas que cicatrizan las plazas/ vibran nervios desnudos” (“Gesta Maximalista”).

Sobre el bolchevismo del primer Borges se operó una estrategia de “borramiento” de la que él fue uno de los agentes más activos. La historia de la publicación de “Guardia Roja” da cuenta, como ejemplo, de los años de silencio y ocultamiento para el público de Buenos Aires. Se publicó en Ultra de Madrid en 1921, en francés, dentro de Rythmes rouges en 1992; pero en Buenos Aires y en castellano recién en 1997.

Sin embargo, este entusiasmo izquierdista existió y lo traspasó, en el sentido literal de pasar a través y no permanecer, y le dejó quizá sólo una ínfima gota de energía. Otra iba a ser su Revolución: la de su obra.

El anarquismo inicial era una herencia de su padre, Jorge Guillermo, quien fue un anarquista spenceriano admirador de William James y, autor de la novela El Caudillo, su padre parece haber sido también lector de dos periódicos anarquistas : El Obrero de Alberto Ghiraldo y el Sol. Jorge Luis llegaría, por su parte, a editar en algunas revistas anarquistas durante su primera juventud. Algo del anarquismo borgeano es también herencia de Macedonio Fernández: un sábado a la noche, en una velada de “La Perla del Once”, Macedonio con Borges, Fernández Latour y Santiago Dabove planean escribir una novela titulada El hombre que sería presidente. De ella, decía Borges: “El argumento ideado por mí y todavía muy esquemático [...] trata de los medios empleados por los maximalistas para provocar una neurastenia general en todos los habitantes de Buenos Aires y abrir así el camino al bolchevismo”. Uno de los libros que Borges destruyó se titulaba Los naipes del tahúr y era un ensayo literario-político anarquista, en el que se expresaba a favor del pacifismo. De esa tendencia, mantuvo siempre la idea de la necesaria disolución de la concentración del poder fuerte, y su insistencia en que los gobernantes sólo debían ser funcionarios eficientes de los que ni recordáramos el nombre.

Alejandro Vaccaro transcribe en su libro Georgie, una tempranísima opinión de un crítico inteligente, que en los años veinte decía : “Borges, un gran poeta, será un clásico mañana. Debería librarse de un peligro que apunta en sus poemas ahora: el eticismo poético”. Ese crítico era Tomás de Lara y su perspicacia fue enorme. En efecto, el eticismo -que nadie considera ahora como un peligro- es una de las características no sólo de la poesía sino de toda la literatura borgeana, los valores éticos impregnan su discurso; la importancia dada al honor no está fuera de él.

Casi todos los críticos señalan que en la etapa final de su obra, aparece un estilo que fue llamado el Borges transparente, se trata de una escritura y pensamiento clásicos, de mucha claridad conceptual y lingüística, con el logro de una gran sencillez y economía expresiva; período en el que se subraya la percepción de arquetipos por detrás de todas las cosas y la aceptación y hasta el deseo de la muerte.

Borges ha reescrito continuamente su obra y de algunos poemas existen más de diez versiones porque ha sido un escritor cuidadoso de la forma y ha expresado, entre todas sus filosofías de la perplejidad, que la vida humana -a pesar de los arquetipos que manifiesta- es esencialmente lenguaje, el hombre sólo puede moverse entre el lenguaje, reescribirse a sí mismo y también soñar y perderse entre los laberintos de la lengua. La condición humana reside en ese laberinto y en la valentía de construirlo ante el asombro de la vida.

La obra de Jorge Luis Borges es una de las que más escritos ha suscitado durante el siglo XX y lo que va del XXI.

Algunas citas de su obra :

Tanta soberbia el hombre y no sirve más que pa´juntar moscas (“Hombre de la esquina rosada”).

El tiempo es la substancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero soy el fuego. (“Nueva refutación del tiempo”).

La voz de Dios le contestó desde un torbellino : Yo tampoco soy ; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare y entre las formas de mi sueño estás tú, que como yo eres muchos y nadie (“Everything and Nothing”).

El vertiginoso regressus in infinitum es acaso aplicable a todos los temas (“Avatares de la Tortuga”).

Yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica (“Borges y yo”).

No nos une el amor sino el espanto;
Será por eso que la quiero tanto (“Buenos Aires”).

Siempre el coraje es mejor,
La esperanza nunca es vana (“Milonga para Jacinto Chiclana”).


Teresa Alfieri
Junio de 2004

fuente:
© 2003 Coordinador General para Argentina, Hugo Biagini. El pensamiento latinoamericano del siglo XX ante la condición humana. Versión digital, iniciada en junio de 2004, a cargo de José Luis Gómez-Martínez.

lunes, 26 de julio de 2010

El otro Borges . María Kodama en Veintitrés


María Kodama
FOTO: CAROLINA CAMPS


Por Luz Laici y Diego Rojas

Cuando se la observa mientras camina, la figura de María Kodama parece flotar. Hay en ella algo de ligereza, de suavidad deslizándose por las veredas; quizá los colores claros que viste siempre, tal vez el pelo blanco, los pasos cortos. A lo lejos, nadie sospecharía que la sola mención de su nombre es excusa para la polémica. Que fue la mujer elegida por Jorge Luis Borges para que lo acompañara durante sus últimos años. Que es la depositaria tanto de las virtudes públicas como de los secretos mejor guardados del escritor más grande de la literatura argentina. Amada y odiada, heredera universal de Borges, Kodama dedica con devoción su vida a la difusión de su obra. Muchos de sus detractores argumentan que lo hace de manera arbitraria, que se apropió de la memoria del autor de Ficciones. Otros celebran ese sacerdocio que mantiene vivo un legado que pertenece a la cultura universal. Antes de presentar Borges atemporal, el espacio de la fundación que preside Kodama en el festival Código País –instalaciones artísticas que abordan el tiempo con una mirada borgeana que, según muchos, anticipó el fenómeno de Internet–, la albacea de Borges conversó con Veintitrés y reveló aspectos inéditos de la vida del creador. Desde las duras posiciones que sostuvo sobre Adolfo Bioy Casares hasta su apelación a un sanguinario rey bíblico, en un diálogo íntimo que suscitó tanto amabilidades como asperezas.

–Borges tenía intereses poco sospechados en un escritor. Guillermo Martínez escribió sobre su relación con la matemática. ¿Qué otras cuestiones le despertaban curiosidad?

–Le interesaba, por ejemplo, la ruleta. Le atraía la cosa mental, la parte estadística. Había llegado a inventar unas seis o siete martingalas diferentes.

–Una revelación: Borges timbero.

–No, nunca jugó a la ruleta. Le gustaba calcular probabilidades.

–Quienes conocen poco la obra de Borges creen que es aburrida y lo ven como un hombre severo y sin humor. ¿Era diferente?

–Era muchas cosas, pero acá la gente tiende a pensar eso. Encasilla porque tiene la mentalidad cuadrada. Cuando en lugar de ir a bailar prefería estar con Borges, mis compañeros de colegio me decían: “No, es viejo, los laberintos, cómo no vas a venir con nosotros”. Les respondía: “Sí, será viejo y estarán los laberintos, pero es fascinante, vengan”. Ellos se lo perdieron.

–¿Cómo le explicaría a un chico quién era Borges, cuál es su atractivo?

–Si un chico lee una página de Borges y no le atrae, es inútil que yo se lo diga. Lo leí cuando era chica y no entendí nada, pero sentí que tenía algo extraño, diferente. Quise entender ese mundo. Tenía diez u once años.

–¿Qué fue lo primero que leyó de Borges?

–Las ruinas circulares... Ah, no, lo primero fue un poema que me leyó una profesora de inglés, cuando tenía cinco años. Me leía en inglés, hacía el resumen, me lo decía en español y seguía leyendo. No sé si aprendí inglés, pero fue fascinante.

–Y después conoció a Borges...

–Sí, empecé a estudiar anglosajón, después islandés. Tenía 16 años.

–Entonces conoció el humor de Borges.

–No sé si humor. Tenía ironía, que es mucho más sutil y divertida, te hace reír, sonreír, y las cosas son dichas de una manera graciosa, distinta. A veces el humor es un poco agresivo y Borges no lo era.

–¿Vio Borges, los extractos del diario de Bioy que narran la relación entre ellos?

–No, eso mejor no verlo.

–¿No lo hojeó?

–No, amigos míos me leyeron algunas partes.

–Parece un libro revelador. Bioy reproduce las tertulias que compartió con Borges. Se reúnen, producen teorías y hablan mal de muchos de sus contemporáneos.

–Y esa es la parte más repugnante, porque con los amigos hablás desnudo, en confianza. Como cuando amás a alguien y levantás todas las barreras. Si digo: “Mirá qué estúpido es fulano de tal”, está suavizado por el tono de mi voz, por el gesto, por la intimidad del momento. Si el amigo íntimo de Borges anota eso con la cobardía –ese es el concepto que tenía Borges de Bioy, que era un cobarde– de que se publique cuando los dos hayan muerto, demuestra una línea interior y moral de esa persona, una bajeza de espíritu enorme. Si lo hubiera publicado en vida no diría esto, porque él hubiera asumido lo que escribió. Publicó que Borges comía con las manos. ¿De quién habla mal eso? ¿De Borges o del anfitrión que habla así de un amigo ciego que lo ayudó en su carrera? Porque sin Borges él no hubiera existido. Borges comió conmigo desde los comedores estudiantiles de las fraternities en los Estados Unidos hasta un almuerzo con el marido de la reina de Inglaterra. Nadie lo vio comer con las manos porque para eso estaba yo, para ayudarlo. Bioy es el Salieri de Borges y lo dice en una frase genial porque toda persona perversa, a la larga, se cava su propia fosa. Dice: “El crítico fulano de tal, con el pretexto de alabar mi obra, la hunde, la cocina, la sancocha comparándola permanentemente con la obra de Borges”. La clave del libro es esa frase.

–Ese diario también es un documento.

–No, ¿es un documento escribir que una persona come con las manos, si es ciega? Me parece que tenemos un concepto distinto.

–También revela proyectos...

–La literatura. Eso está bien. Me refiero a la parte negativa, bastante densa.

–Bioy era un grafómano...

–Además... qué les parece un hombre que en su diario, biografía o no sé qué, revela no sólo el nombre de las mujeres con las que hizo el amor, muchas casadas con hijos, sino también cómo las sedujo. ¿Eso es un hombre? Te pregunto a vos que sos hombre.

–Un caballero no tiene memoria...

–No discuto la literatura.


* La nota completa, en la edición impresa de Veintitrés.
http://www.elargentino.com/nota-86606-medios-120-El-otro-Borges.html


domingo, 25 de julio de 2010

BORGES Y YO


BORGES Y YO
(El hacedor. Buenos Aires: Emecé, 1960) BORGES Y YO
AL OTRO, A Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Seria exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páinas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mi podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página

EL DOBLE
En la antigüedad y el período del prerromanticismo, el tema del doble era un motivo de interpretación para la relación de dos personajes iguales (mellizos, gemelos), principalmente en el género comedia, en el cual, los enredos y equívocos enriquecían una situación anecdótica. Con el surgimiento del romanticismo, pasó a ocupar un lugar destacado cambiando el punto de vista, en una estructura compleja, debido a que la visión interna permitía la recreación de un clima de tensión y suspenso, que en muchos casos, dejaba en el lector la sensación de una ambigüedad de los hechos presentados para una interpretación libre.

Frases de Borges

Personal y público“Hay un Borges personal y un Borges público, personaje que desagrada mucho, quien suele contestar a reportajes y aparecer en el cinematógrafo y en la televisión. Yo soy el Borges íntimo, es decir: creo que no he cambiado desde que era niño, salvo que cuando era niño no sabía expresarme. El Borges público es el mismo Borges que el privado con exageraciones, con énfasis, con gustos y con disgustos exagerados”.

Escritor“Antes de escribir una sola línea sabía que iba a ser escritor. Pero eso se debió un poco a una convención tácita que hubo en mi familia, porque mi padre hubiera querido ser escritor y no pudo.

Dejó algunos sonetos, una novela, muchos trabajos que destruyó. Entonces se entendía un modo tácito, que es el modo más eficaz para que se entienda una cosa, que yo iba a cumplir ese destino que le había sido negado a mi padre”.


Hombre de acción“Me hubiera gustado ser un hombre de acción como lo fueron mis mayores. Desgraciadamente, confieso que yo no he muerto en 1874, en el combate de La verde, y tampoco derroté a los montoneros de Rosas, como mi bisabuelo Suárez. La verdad es que no he hecho ninguna de esas cosas; la verdad es que tampoco participé en la Revolución del noventa; porque nací nueve años después”.

H:\BORGES\yo ,borges.htm

jueves, 22 de julio de 2010

LOS DOS BORGES - II


Para continuar con el tema aporto otro tramo del ensayo de referencia y para que cada participante del grupo indague a su vez otros  escritos  que aborden esta ¿dualidad?
Hemos de hacer  nuestras propias inquisiciones y proposiciones sin pretender agrandarnos  tanto... estamos en TMC basicamente para leer... Leer y aprender.
Saludos






2) LOS DOS BORGES. (…) El mismo confiesa que rebusca en la filosofía con puro interés estético lo que en ella pueda haber de singular, divertido o asombroso: que el alípedo Aquiles no pueda alcanzar a la tortuga, ¡qué extraño! Que en un tiempo infinito, amontonando letras al azar, un mono pueda escribir la obra de Dante, ¡qué ingenioso! Las paradojas lógicas, el regresus in infinitum, el solipsismo, son temas de hermosos cuentos. Y como hará un relato con el empirismo de Berkley y no querrá perder la oportunidad de elaborar otro con la igualmente asombrosa esfera de Parménides, su eclecticismo es inevitable. Y por otra parte insignificante, ya que él no se propone la verdad. Ese eclecticismo es ayudado por su irriguroso conocimiento, confundiendo, según las necesidades literarias, el determinismo con el finalismo, el infinito con lo indefinido, el subjetivismo con el idealismo, el plano lógico con el plano ontológico. Recorre el mundo del pensamiento como un amateur la tienda de un anticuario, y sus habitaciones literarias están amobladas con el mismo exquisito gusto pero también con la misma disparatada mezcla que el hogar de ese diletante.


Borges lo sabe y hasta lo murmura. Pero esa clase de lector que con pavor sagrado se arrodilla apenas lee una palabra como aporía, toma por inquietud profunda lo que en general es un sofisticado pasatiempo. Y en lugar de retener al Borges válido admira al autor de esos ejercicios.

Del temor de Borges por la áspera existencia real surgen dos actitudes simultáneas y complementarias: juega en un mundo inventado y se adhiere a la tesis platónica, tesis intelectual por excelencia. El intelecto (limpio, transparente, ajeno al tumulto) lo fascina. Pero como por otra parte quiere seguir jugando, quiere no participar en el siempre duro proceso de la verdad, toma del intelecto lo que tomaría un sofista: no busca la verdad sino que discute por el solo placer mental de la discusión y, sobre todo, eso que tanto gusta a un literato como a un sofista: la discusión con palabras, sobre palabras. Lo atrae lo que la inteligencia posee de móvil, de bipolar, de ajedrecístico; juguetón, inteligente y curioso, le atraen las sofistiquerías, lo subyuga la hipótesis de que todos pueden tener razón o, mejor todavía, que nadie verdaderamente la tiene. En Sócrates admira al encantador verbal, al ingenioso dialoguista que podría demostrar una verdad y la contraria a un auditorio a la vez boquiabierto e incondicional. En ese momento, para él la filosofía no puede proponerse la verdad (en otro, más serio, más culpable, dirá lo contrario), y todo es confutable.

Y aun cuando en el caso de la teología el problema es más grave, también allí todo será cosa verbal, todo literatura. Las herejías son variantes de la ortodoxia, tal como más apaciblemente sucede en la filosofía, pero aquí se paga con la cruz o con la hoguera: no con el tormento de Borges, que considera esas historias con ironía, con distancia, con moderado (intelectual) asombro, como arte combinatorio: que el Demonio puede ser Dios, que Judas puede ser Cristo. Dice: “Durante los primero siglos de nuestra era los gnósticos disputaron con los cristianos. Fueron aniquilados, pero nos podemos representar su victoria imposible. De haber triunfado Alejandría y no Roma, las estrambóticas historias que he resumido aquí para solaz dominical del lector, serían coherentes, majestuosas y cotidianas”.

En ningún relato como en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius se resume mejor ese eclecticismo: allí están todas sus inclinaciones y hasta todas sus equivocaciones, y con cada una de ellas construye un ingenioso universo. Ni él cree en lo que allí dice, ni nosotros creemos, aunque a todos nos encanta lo que tiene de posibilidad metafísica. Y así en toda su obra: que el mundo sea un sueño, que sea reversible, que haya eterno retorno, que la inmortalidad se alcance en la memoria de los otros, que la inmortalidad no exista sino en la eternidad: todo es igualmente válido y nada en rigor vale. En un ensayo nos dirá, solemnemente, que “ni la venganza ni el perdón ni las cárceles ni siquiera el olvido pueden modificar el invulnerable pasado”, pero en Pierre Ménard nos muestra el presente alterando los rasgos de lo que fue. Y si nos preguntamos en cuáles de las dos variantes opuestas cree Borges, tendremos que concluir que cree en ambas. O en ninguna.

(…) El arte –como el sueño- es casi siempre un acto antagónico de la vida diurna. Este mundo cruel que nos rodea lo fascina a Borges, al mismo tiempo que lo atemoriza. Y se aleja hacia su torre de marfil en virtud de la misma potencia que lo fascina. El mundo platónico es su hermoso refugio: es invulnerable, y él se siente desamparado; es limpio, y él detesta la sucia realidad; es ajeno a los sentimientos, y él rehuye la efusión sentimental; es eterno, y a él lo aflige la fugacidad del tiempo. Por temor, por repugnancia, por pudicia y por melancolía, se hace platónico.

Encerrado en su torre, pues, elabora sus juegos. Pero el remeto rumor de la realidad lo alcanza: rumor que se cuela por las ventanas y que sube desde lo más profundo de su propio ser. Al fin de cuentas él no es una figura idea del museo de Meinong sino un hombre de carne y hueso que vive en este mundo, cualesquiera sean los recursos a que eche a mano para desvincularse. Al mundo no sólo lo tiene fuera, en la calle: lo tiene dentro, en su propio corazón. ¿Y cómo aislarse del propio corazón?

Y así, en sus abstractos ensayos y cuentos, ese sordo murmullo se cuela, se oye, se colorean con frases y equívocas palabras que no debieran aparecer: como si en la palabra hipotenusa de Pitágoras apareciese a su lado (calificándola) una palabra tan ajena al orbe matemático como “absurda” o “perniciosa”. Palabras, epítetos y adverbios que, efectivamente, aparecen en esos relatos que querrían ser puros pero que no lo logran. Y el hombre que quiso ser desterrado reaparece siquiera sea tenuemente, siquiera sea fugaz y equívocamente con sus pasiones y sentimientos. Y hasta la ciudad X cualquiera donde Redd Scharlach comete sus crímenes empieza a recordarnos a Buenos Aires.

Y el Borges oculto, el Borges que tiene pasiones y mezquindades como todos nosotros, lo vemos o lo adivinamos detrás de sus abstracciones: contradictorio y culpable. Así, este autor que dice que en la filosofía sólo busca sus encantadoras posibilidades literarias, y que en efecto, las aprovecha para sus relatos, en otra parte reconoce que “la historia de la filosofía no es un vano juego de distracciones ni de juegos verbales”. El autor que pone el ingenio como el más alto atributo de la literatura y que hace de un argumento ingenioso la base (y hasta la esencia) de muchos de sus cuentos ejemplares, nos dice en otra parte, con razón, que “si lo fueran todo los argumentos, no existiría el Qujote o Shaw valdría menos que O’Neil”. El autor que admira a Lugones y lo considera nuestro más grande escritor, por su genio fundamentalmente verbal, y que proclama a Quevedo como el más grande de las letras españolas, nos dice en otra parte (y con razón) que la literatura como juego formal es inferior a la literatura de hombres como Cervantes o Dante, que jamás la ejercieron de semejante manera.

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miércoles, 21 de julio de 2010

Para las seis cuerdas.





















PRÓLOGO

Toda lectura implica una colaboración y casi una complicidad. En el Fausto, debemos admitir que un gaucho pueda seguir el argumento de una ópera cantada en un idioma que no conoce; en el Martín Fierro, un vaivén de bravatas y de quejumbres, justificadas por el propósito político de la obra, pero del todo ajenas a la índole sufrida de tos paisanos y a los precavidos modales del payador.
En el modesto caso de mis milongas, el lector debe suplir la música. ausente por la imagen de un hombre que canturrea, en el umbral de su zaguán o en un almacén, acompañándose con la guitarra. La mano se demora en las cuerdas y las palabras cuen­tan menos que los acordes.
He querido eludir la sensiblería del inconsolable “tango-canción” y el manejo sistemático del lunfardo, que infunde un aire artificioso a las sencillas coplas.
Que yo sepa, ninguna otra aclaración requieren estos versos.

Jorge Luis Borges
Buenos Aires, junio de 1965.


MILONGA DE DOS HERMANOS

Traiga cuentos la guitarra
De cuando el fierro brillaba,
Cuentos de truco y de taba,
De cuadreras y de copas,
Cuentos de la Costa Brava
Y el Camino de las Tropas.

Venga una historia de ayer
Que apreciarán los más lerdos;
El destino no hace acuerdos
Y nadie se lo reproche—
Ya estoy viendo que esta noche
Vienen del Sur los recuerdos.

Velay, señores, la historia
De los hermanos Iberra,
Hombres de amor y de guerra
Y en el peligro primeros,
La flor de los cuchilleros
Y ahora los tapa la tierra.

Suelen al hombre perder
La soberbia o la codicia;
También el coraje envicia
A quien le da noche y día-
El que era menor debía
Más muertes a la justicia.

Cuando Juan Iberra vio
Que el menor lo aventajaba,
La paciencia se le acaba
Y le fue tendiendo un lazo.
Le dio muerte de un balazo,
Allá por la Costa Brava.

Así de manera fiel
Conté la historia hasta el fin;
Es la historia de Caín
Que sigue matando a Abel.

links
http://tardesdematesycuentos-mariobenedetti.blogspot.com/2010/07/el-gaucho.html
http://tardesdemateycuentos.blogspot.com/2010/07/el-argentino-y-la-metafisica-ernesto.html

FACUNDO


Obra fundacional de la literatura argentina, el Facundo de Sarmiento constituye un texto clave para el desciframiento de la identidad nacional, un polémico documento político y un relato con pasajes de enorme belleza narrativa. La obra se publicó por primera vez como folletín en 1845 en Santiago de Chile bajo el título de Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga, y ese mismo año se editó también en libro.









EXTRAIDO DE UN TRABAJO REALIZADO EN LA UNIVERSIDAD DE CONCEPCION, CHILE (2010)
Pedro Lastra, profesor, poeta y ensayista.


El acontecimiento central del capítulo XIII de Facundo es el asesinato de Facundo Quiroga en el lugar llamado Barranca Yaco, nombre con el cual Sarmiento señala ese capítulo. Las circunstancias del asesinato debieron ser muy inquietantes para el lector de la sombría época referida en el libro y lo son hasta hoy, aunque por razones obviamente distintas. Para el lector actual, una de ellas puede ser la prefiguración, en la historia y en la literatura hispanoamericanas, del motivo de “la muerte anunciada”, cuya sugerente presencia en el relato de Borges (“Tema del traidor y el héroe”) es la materia misma de una de las obras más famosas de García Márquez. En su viaje hacia la muerte, Facundo recibe varias advertencias y mensajes, orales y escritos, con detalles de la inminente conspiración que lo amenaza y, como en los textos mencionados, los ignora o deniega. Escribe Sarmiento:
Jamás se ha premeditado un atentado con más descaro; toda Córdoba está instruida de los más mínimos detalles del crimen que el gobierno intenta; y la muerte de Quiroga es el asunto de todas las conversaciones.


D.F. Sarmiento

Muerte anunciada, pues, que el lector puede seguir paso a paso hasta el terrible final, cumplido con saña por Santos Pérez, “el gaucho malo de la campaña de Córdoba, célebre en la sierra y en la ciudad por sus numerosas muertes, por su arrojo extraordinario, por sus aventuras inauditas”.

Es una situación o motivo de larga tradición histórico-literaria, que ha permitido singulares y diferentes despliegues narrativos, como los ejemplos citados, pero que siempre ilustra la violencia imperante en ciertos tiempos o lugares. Esto último es lo que me lleva a proponer una suerte de diálogo entre dos textos representativos de la violencia en Hispanoamérica. Los lugares son Argentina en el siglo XIX y Colombia en el siglo XX. El primer texto es un pasaje de aquel capítulo XIII de Facundo que, como se sabe, relata un hecho real y de los más notorios e historiados de la dictadura de Juan Manuel Rosas; el segundo es el cuento “Espuma y nada más”, de Hernando Téllez, pieza maestra de ficción cuya verosimilitud aparece sustentada por la posibilidad de su ocurrencia en el convulsionado período posterior al llamado “bogotazo” de abril de 1948, y conocido precisamente como “la violencia colombiana”. El cuento de Téllez pertenece al libro Cenizas para el viento y otras historias (publicado en Bogotá en 1950 y reeditado en Santiago de Chile en 1969).


H. Téllez D.F. Sarmiento

Dado el ámbito común de violencia y de muerte en el cual tienen lugar las acciones de los relatos de Sarmiento y de Téllez, no es raro que el autor colombiano –escritor de muchas y meditadas lecturas, como se advierte en su memorable producción ensayística– actualizara en “Espuma y nada más” algún rasgo o sugestión del Facundo sarmientino mientras imaginaba a los dos personajes de su cuento: el revolucionario secreto que es el barbero del pueblo, “orgulloso de la pulcritud de su oficio”, y el capitán Torres, perseguidor implacable y verdugo de rebeldes. El sabio manejo del suspenso convoca la atención desde las primeras líneas: “No saludó al entrar. Yo estaba repasando sobre una badana la mejor de mis navajas. Y cuando lo reconocí me puse a temblar. Pero él no se dio cuenta”. Quien ha llegado es el ejecutor de sus compañeros, al que tendrá que afeitar mientras escucha el parco y brutal relato de la cacería de hombres y se entera del tortuoso procedimiento del próximo castigo. En medio de esa insoportable tensión, y acaso para distanciarla, el narrador protagonista describe a su personaje:
… el espectáculo de los cuerpos mutilados me impedía fijarme en el rostro del hombre que lo dirigía todo y que ahora iba a tomar en mis manos. No era un rostro desagradable, ciertamente. Y la barba, envejeciéndolo un poco, no le caía mal. Se llamaba Torres. El capitán Torres.

Y más adelante, mientras “la navaja seguía descendiendo”, agrega:
Una barba azul, cerrada. Debía dejársela crecer como algunos poetas o como algunos sacerdotes. Le quedaría bien. Muchos no lo reconocerían. Y mejor para él, pensé, mientras trataba de pulir suavemente todo el sector del cuello. Porque allí sí que debía manejar con habilidad la hoja, pues el pelo, aunque es agraz, se enredaba en pequeños remolinos. Una barba crespa. Los poros podían abrirse, diminutos, y soltar su perla de sangre. Un buen barbero como yo finca su orgullo en que eso no ocurra a ningún cliente.

Como verá el lector, al final sucede lo inesperado:
Torres concluyó de ajustar la hebilla […] y, luego de alisarse maquinalmente los cabellos, se puso el kepis. […] Y empezó a caminar hacia la puerta. En el umbral se detuvo un segundo y volviéndose me dijo:

“Me habían dicho que usted me mataría. Vine para comprobarlo. Pero matar no es fácil. Yo sé por qué se lo digo”. Y siguió calle abajo.


¿Cuál es el retrato, en rigor una etopeya, que nos dejó Sarmiento del asesino, también implacable, de Facundo? Se lee casi al cierre del capítulo, del que transcribo los párrafos que considero como un subtexto de la narración de Hernando Téllez. Se diría que al acercar su relato al de Sarmiento, el escritor colombiano quiso hacer un guiño, una señal de entendimiento al insoslayable antecesor:
Era alto de talle, hermoso de cara, de color pálido y barba negra y risada.

[…] en lo más recio de la persecución, el comandante Casanovas, su antiguo amigo, le hizo significar que tenía algo de importancia que comunicarle. Una tarde, mientras el escuadrón de que el comandante Casanovas era jefe hacía el ejercicio al frente de su casa, Santos Pérez se desmonta en la puerta y le dice:

–“Aquí estoy; ¿qué quería decirme? –¡Hombre! Santos Pérez, pase por acá, siéntese. –¡No! –¿Para qué me ha hecho llamar?” El comandante, sorprendido así, vacila y no sabe qué decir en el momento. Su astuto y osado interlocutor lo comprende, y arrojándole una mirada de desdén y volviéndole la espalda, le dice: “Estaba seguro de que quería agarrarme por traición! He venido por convencerme no más”. Cuando se dio orden al escuadrón de perseguirlo, Santos había desaparecido.

Links
http://tardesdemateycuentos.blogspot.com/2010/07/el-argentino-y-la-metafisica-ernesto.html

martes, 20 de julio de 2010

ENSAYO


LA PROPUESTA DE TMC:

Primera Entrada:

http://tardesdemateycuentos.blogspot.com/2010/06/ernesto-sabato-jorge-l-borges.html


Segunda Entrada:

http://tardesdemateycuentos.blogspot.com/2010/07/el-argentino-y-la-metafisica-ernesto.html

SE ESTA DESARROLLANDO EN SU TOTALIDAD EN ESTE BLOG.

ENTRADAS:

El Golem

Algo sobre Praga

algo más

BORGES-KAFKA/BUENOS AIRES- PRAGA
(recién agregada)

Kafka y Borges
(recién agregada)

Día de la Independencia

Los Gauchos

El Gaucho

A continuación, las entradas:

. FACUNDO

. Para las seis cuerdas

que agregaré en breve.

Gracias

Kafka y Borges



Franz Kafka y su obra no escapó a la atención de Jorge Luis Borges, que lo comentó, lo prologó y lo tradujo. El checo figuraba entre las predilecciones literarias del argentino. Además, entre la obra de ambos autores hay no pocos contactos. Pueden encontrarse perfectamente ciertos ecos kafkianos en la obra de Borges. Esta sección se compondrá de textos cuyo tema es la relación entre Kafka y Borges. También incluiré las palabras del propio autor argentino, en las que se declara discípulo de Kafka.

Kafka y sus precursores

Borges habla sobre el mundo de Franz Kafka

Habla un discípulo de Kafka, un tardío discípulo de Kafka, pero que sigue sintiéndolo y agradeciendo lo mucho que él le ha dado y lo poco que él ha podido hacer con ese espléndido regalo de su obra.

Quiero examinar aquí dos temas de Kafka, el "laberinto" y la "empresa imposible", pero antes quiero decir unas palabras sobre el modus operandi de Kafka, sobre lo que los escolásticos llamaron el "regregresus in infinitum" y que es un proceso intelectual bastante común tratándose de etiología o metafísica, pero raro tratándose de literatura y podríamos decir que fuera de algunos precursores, que de algún modo fueron inventados por él, fue inaugurado por Kafka.

Y quiero recordar a mi amigo Carlos Mastronardi, el gran poeta de Entre Ríos, ¿por qué de Entre Ríos? El gran poeta de la patria y del mundo. Yo recuerdo que él había iniciado la lectura de El proceso y me dijo lacónicamente: "Franz Kafka, Zenón de Elea". Y ahora se preguntarán ustedes qué es el "regresus in infinitum", para mí una de las grandes innovaciones de Kafka: es un proceso lógico, conocido por los escolásticos. Comenzaré por uno de los ejemplos más amenos de este método y tema de Kafka. El "regresus in infinitum" puede ilustrarse, creo que del modo más vívido posible, mediante las paradojas de Zenón de Elea, que dijo que si creíamos en la realidad del tiempo como hecho de instantes y la del espacio como hecho de puntos, el transcurso del tiempo y el movimiento son imposibles, e ilustra esto mediante varias paradojas que fueron refutadas por Aristóteles y comentadas por toda la filosofía después, pero recordaré dos simplemente, ya que en ellas se ve claramente cuál es el modo de Kafka y me permite recordar a mi padre.

Mi padre —yo tendría 9 o 10 años entonces—, en una casa por las orillas de Palermo una noche después de comer me mostró el tablero de ajedrez y me dijo, señalándome las casillas: Vamos a poner a una persona que está en esta casilla -y me señaló la casilla de la torre, la de la izquierda y quiere ir a la casilla de la derecha. Pues bien, tendría que pasar antes por la casilla de la reina. Yo dije, naturalmente, que sí. Y él me dijo: Pero antes tendrá que pasar por la casilla del caballo. Yo afirmé nuevamente. Y él me dijo: Bueno, aquí tenemos 8 casillas, ya que se trata de 64 casillas, que forman el tablero. Supongamos un tablero más largo, con un número indefinido de casillas. Para llegar de la primera a la última habrá que pasar por todas las casillas intermedias. Dije que sí y él me dijo: Muy bien, pero entonces, antes de llegar a la meta habrá que pasar por la casilla del medio, antes por la del medio del medio, antes por la del medio del medio del medio y así sucesivamente, es decir, que no se llegará nunca de una casilla a otra. Y no mencionó el nombre de Zenón de Elea, no me dijo que estaba exponiendo la ilustre paradoja de la filosofía griega, porque mi padre era profesor de psicología y sabía que son más importantes los hechos que las fechas y los nombres de quienes los inventaron. De modo que me dejó con esa perplejidad y luego de unas noches me preguntó si había oído la historia de la carrera de Aquiles y la tortuga. Dije que no, y me divirtió la idea de una carrera entre Aquiles, el de los pies ligeros, símbolo de rapidez y la tortuga, la morosa tortuga, símbolo de lentitud, y dije que me gustaría oír eso. Bueno, dijo, una vez corrieron una carrera Aquiles y la tortuga. Aquiles le dio a la tortuga 100 metros de ventaja, lo cual es justo, dado lo moroso de la tortuga y lo lento de sus hábitos. Muy bien, Aquiles recorre los 100 metros mientras la tortuga recorre 1 metro. Me preguntó si la cuenta estaba bien sacada, él sabía que lo estaba y le dije que sí. Muy bien, me dijo, recorre ese metro en tanto que la tortuga recorre 1 centímetro. Yo dije que sí, si Aquiles corre cien veces más ligero que la tortuga. Desde luego, me dijo, Aquiles recorre entonces ese centímetro, y la tortuga mientras tanto ha recorrido un milímetro. Y así siguen, de modo que Aquiles nunca podrá alcanzar a la tortuga. Pues bien, esto ha sido discutido después por Poincaré, por Bergson, por Bertrand Russell, por Stuart Mill, antes por Aristóteles, antes quizás por todos los filósofos y es realmente un argumento serio contra el hecho de que si el tiempo se compone de instantes y el espacio está hecho de puntos, una cantidad cualquiera no puede agotarse. Ese argumento lo aplicó William James. En sus Elementos de Psicología James dice: Vamos a suponer un cuarto de hora. Pero antes de que un cuarto de hora pase, tienen que pasar siete minutos y medio, pero antes tienen que pasar tres minutos y una fracción, y antes de que pase la fracción tiene que pasar otra, pero como el número de fracciones es infinito resulta que se saca como consecuencia que no puede pasar nunca un cuarto de hora. Pero curiosamente, cuando Zenón de Elea formulaba esas paradojas en Grecia cinco siglos antes de la era cristiana, un pensador chino, Lie Tsu la formulaba en China bajo la forma de una leyenda, una forma que hubiera complacido más a Kafka. Lie Tsu habla del cetro de los reyes de Liang y supone que ese cetro es heredado por cada sucesor de la dinastía. Cada uno tiene que cortar la mitad del cetro, que no es excesivamente largo, pero como nunca se llegará a la mitad de la mitad de la mitad de algo la dinastía es infinita, es decir, exactamente el mismo procedimiento de Aquiles y la tortuga y de aquella otra del tablero, que muestra la imposibilidad de que un móvil llegue a la meta. Ahora bien, ese procedimiento que se llama "regresus in infinitum" fue aplicado para refutar pensamientos, muchas veces lógicamente, pero Kafka fue el primero, o uno de los primeros, que lo aplicó a la literatura.

autor: Enrique Vila-Matas
EXTRAIDO DE:
http://www.galeon.com/kafka/borges.htm


links
http://tardesdemateycuentos.blogspot.com/2010/06/ernesto-sabato-jorge-l-borges.html

http://tardesdematesycuentos-mariobenedetti.blogspot.com/2010/06/el-golem.html
y siguientes

BORGES- KAFKA / BUENOS AIRES - PRAGA


Agenda: II BIENAL “BORGES – KAFKA / BUENOS AIRES – PRAGA” BUENOS AIRES, REALIZADA DEL 19 AL 30 de ABRIL DE 2010

La Bienal Borges Kafka 2010, declarada de interés nacional, es un acontecimiento cultural y artístico organizado por la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, la Sociedad y Centro Franz Kafka de Praga y el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
La Secretaría de Cultura de la Nación, la Cancillería Argentina, y la de la República Checa, apoyan su realización´ ademas del Gobierno de la Ciudad de Praga, el Ministerio de Asuntos Exteriores, El MAT y la Municipalidad de Tigre.

Esta Bienal, sin precedentes por ser la primera vez que se realiza en Buenos Aires y la segunda en el mundo luego de Praga, tendrá lugar durante abril y mayo, con un programa de actividades académicas, visitas internacionales, muestras de distintos artistas y experiencias participativas y amenas.

Esta experiencia busca acercar al público general, así como también al calificado y selecto, a espacios de circulación masiva como lo son sus principales sedes, el Centro Cultural Recoleta, la Feria del Libro, la Biblioteca Nacional, MALBA, así como el Museo de Arte de Tigre, el Centro Cultural Borges y el Museo Xul Solar, en que también habrán otros de características similares, donde podrán tomar contacto con diferentes aspectos de la obra de distintos e importantes artistas, y participar de recorridos, instalaciones, conciertos, perfomances, exhibiciones y seminarios sobre uno de los más grandes genios de la literatura universal: Jorge Luís Borges y uno de sus heroes intelectuales, Franz Kafka.

La Bienal, que nace de una idea Argentina, tiene por objetivos contribuir a impulsar la presencia internacional de nuestro país y su vocación de apertura al mundo, inherentes a la creación de Borges, y así promover – conjuntamente con la República Checa – la formación de nuevas generaciones de lectores tanto en la Argentina como en el exterior, a la vez que procurar para Buenos Aires y Praga, una mayor presencia en el plano literario internacional y, de esa manera, ubicarlas a la vanguardia entre los eventos referidos a la literatura.

ENLACES
Ernesto Sábato - Jorge L.Borges
http://tardesdemateycuentos.blogspot.com/2010/06/ernesto-sabato-jorge-l-borges.html

Algo sobre Praga
http://tardesdematesycuentos-mariobenedetti.blogspot.com/2010/07/algo-sobre-praga.html

lunes, 12 de julio de 2010

El Gaucho


“Aprendieron los caminos de las estrellas, los hábitos del aire y del pájaro, las profecías de las nubes del Sur y de la luna con un cerco.
Eran sufridos, castos y pobres. La hospitalidad fue su fiesta.”

Gracias Cecilia por compartir y regalarnos esto que nos trae tanto de nuestras familias.
Un beso


Antonio le habla de su padre

Don Emeterio Gabriel Guzzo
Hijo de matrimonio de italiano. Nació en Mendoza. Fue historiador, autodidacta. Dirigió revistas locales y escribió varios libros uno de ellos “La Tonada” investigación sobre la misma. Recreó en sus canciones tradiciones de cuyo (como tortitas jachalleras), sus fiestas y las características de muchos departamentos de cuyo; ya que su actividad la desarrollo entre San Juan y Mendoza. Tocaba magníficamente la guitarra y su voz era inconfundible. En su adición radial se presentaba y despedía así.

Apertura

Bienvenido a mi fogón,
si dentro de su pecho encierra
afecto por nuestra tierra
y la gaucha tradición;
canto a Cuyo mi región,
Panpa, Norte, Litoral
a nuestras Islas Malvinas
y Capital Federal.

Al cierre

Gracias por vuestra atención,
hasta la vista aparceros,
hasta pronto los espero,
aquí en torno ami fogón,
viviremos la emoción
al evocar nuestra Historia,
del pasado nuestra glorias,
del gaucho su tradición,
cantando con emoción,
al evocar sus memorias.

sábado, 10 de julio de 2010

Los Gauchos

fotografía propia: Horcón de algarrobo
tomada en Olta, provincia de La Rioja


Quién les hubiera dicho que sus mayores vinieron por un mar, quién les hubiera dicho lo que son un mar y sus aguas.

Mestizos de la sangre del hombre blanco, lo tuvieron en poco, mestizos de la sangre del hombre rojo, fueron sus enemigos.

Muchos no habrán oído jamás la palabra gaucho, o la habrán oído como una injuria.
Aprendieron los caminos de las estrellas, los hábitos del aire y del pájaro, las profecías de las nubes del Sur y de la luna con un cerco.

Fueron pastores de la hacienda brava, firmes en el caballo del desierto que habían domado esa mañana, enlazadores, marcadores, troperos, capataces, hombres de la partida policial, alguna vez matreros; alguno, el escuchado, fue el payador.

Cantaba sin premura, porque el alba tarda en clarear, y no alzaba la voz.

Había peones tigreros; amparado en el poncho el brazo izquierdo, el derecho sumía el cuchillo en el vientre del animal, abalanzado y alto.

El diálogo pausado, el mate y el naipe fueron las formas de su tiempo.

A diferencia de otros campesinos, eran capaces de ironía.

Eran sufridos, castos y pobres. La hospitalidad fue su fiesta.

Alguna noche los perdió el pendenciero alcohol de los sábados.

Morían y mataban con inocencia.

No eran devotos, fuera de alguna oscura superstición, pero la dura vida les enseño el culto del coraje.

Hombres de la ciudad les fabricaron un dialecto y una poesía de metáforas rústicas.
Ciertamente no fueron aventureros, pero un arreo los llevaba muy lejos y más lejos las guerras.

No dieron a la historia un sólo caudillo. Fueron hombres de López, de Ramírez, de Artigas, de Quiroga, de Bustos, de Pedro Campbell, de Rosas, de Urquiza, de aquel Ricardo López Jordán que hizo matar a Urquiza, de Peñaloza y de Saravia.

No murieron por esa cosa abstracta, la patria, sino por un patrón casual, una ira o por la invitación de un peligro.

Su ceniza está perdida en remotas regiones del continente, en repúblicas de cuya historia nada supieron, en campos de batalla, hoy famosos.

Hilario Ascasubi los vio cantando y combatiendo.

Vivieron su destino como en un sueño, sin saber quienes eran o qué eran.

Tal vez lo mismo nos ocurre a nosotros.

Jorge L.Borges

miércoles, 7 de julio de 2010

Día de la Independencia

Celebramos el 9 de Julio en Argentina uno de los acontecimientos decisivos de la historia del país: el Día de la Independencia, que fuera declarada el 9 de julio de 1816.
El diputado sanjuanino Francisco Narciso de Laprida tuvo el privilegio de preguntar a los congresales:
"¿Queréis que las Provincias de la Unión sean una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli?"

Por ello quiero compartir con Tarde de Mate y Cuento / Mario Benedetti la Biografía de Narciso Francisco Laprida y el poema Conjetural de Jorge Luis Borges


Francisco Narciso de Laprida nació el 28 de octubre de 1786, en la provincia de San Juan.

-Hijo de José Ventura Laprida, comerciante español que llegó de Asturias a estas tierras y de María Ignacia Sánchez de Loria, sanjuanina y proveniente de una familia tradicional, el niño Francisco realizó sus primeras letras en su ciudad natal, pero el pequeño fue llevado a estudiar al Real Colegio de San Carlos, en Buenos Aires. Luego partió hacia Chile en donde la familia Laprida se estableció y continuó sus estudios.
En Chile, Laprida prosiguió con su formación superior en la Universidad de San Felipe en donde se graduó como licenciado y doctor en leyes el 29 de enero de 1810.
Un año después regresó a San Juan donde, en 1812 fue elegido síndico procurador del Cabildo y luego, alcalde de primer voto.
A partir de ese momento, Laprida integró el reducido aunque prestigioso grupo de hombres de leyes que tenía la provincia en aquellos tiempos, junto a José Ignacio De la Roza, Javier Godoy, Posidio Rojo, Juan Crisóstomo Quiroga y Manuel Aberastain.
La primera actuación política de importancia del joven abogado se produce tras la designación del primer teniente gobernador que tuvo la provincia, el porteño Saturnino Sarassa.
Laprida era cabeza visible de un movimiento localista cuya bandera de lucha era lograr una provincia sin procónsules porteños ni dependencia de Córdoba. Finalmente, Sarassa fue desalojado del poder y huyó a Mendoza. Se producía así la primera revolución, algo que sería una constante en la historia sanjuanina.
¿Por qué presidió Laprida el Congreso de Tucumán?
Cuando el Triunvirato envió una circular a los Cabildos provinciales para que eligieran un representante para el Congreso que se reuniría en Tucumán, San Juan, impulsado por el general San Martín y el gobernador José Ignacio de la Roza, se movilizó en apoyo a la asamblea.
El 13 de junio de 1.815 eligió diputado a Fray Justo Santa María de Oro, prior vitalicio de la Recoleta Dominica de Santiago de Chile, residente en esos tiempos en San Juan, Tres meses más tarde, los sanjuaninos advirtieron que por su población –la provincia tenía en aquellos días 22 mil habitantes- le correspondía un segundo diputado y es así como el 12 de setiembre se elige a Laprida quien impugnó su propia elección por no haberse convocado a los cuarteles de la campaña, lo que no prosperó en virtud de la urgencia por enviar los delegados.
Fray Justo fue el primero en llegar a Tucumán y Laprida uno de los últimos. El Congreso se inauguró el 24 de marzo de 1.816 y cumplió una labor vasta. Casi por unanimidad eligió a Juan Martín de Pueyrredón director supremo de las Provincias Unidas, aprobó un reglamento de trabajo y fue ámbito de discusiones que no vienen al caso en esta nota.
Así se llegó al día 16 de junio en el que un sanjuanino estaba al frente de las deliberaciones en virtud que la presidencia era rotativa. Y fue Laprida quien tuvo el alto honor de preguntar a los asambleístas: “¡Quereis que las provincias de la unión sean una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli?”. Tras la respuesta afirmativa se labró el “Acta de la Emancipación”.
De Oro y Laprida no vieron el final del Congreso, disuelto después de la batalla de Cepeda (1 de febrero de 1.820) pues a comienzos de 1.817 regresaron a San Juan.
Laprida tuvo actuación política en la provincia y hasta fue durante algunos meses gobernador.
La muerte en Mendoza
En 1827, Francisco Laprida se estableció en Mendoza con su familia, para defenderse de las persecuciones de Facundo Quiroga que había invadido San Juan.
Una vez que estalló la guerra civil entre federales y unitarios, Laprida se incorporó al bando unitario en el Batallón El Orden, Corría el año 1829, el país se encontraba convulsionado por el enfrentamiento de unitarios y federales.
En abril, el general unitario Paz, derrotó a Bustos en San Roque y en junio le ganó en Córdoba al caudillo federal Quiroga en la batalla de la Tablada. Apoyados por estos triunfos en el interior, el núcleo unitario rechazó el Pacto de Lavalle y Rosas. Esto repercutió directamente en Mendoza.
El 22 de setiembre, federales y unitarios se enfrentaron en un lugar llamado del “Pilar”, muy cerca de la capilla de San Vicente -hoy Godoy Cruz-. Allí entre los unitarios, se encontraba Francisco Laprida y un jovencito llamado Domingo F. Sarmiento.
Los federales de Aldao, atacaron a las huestes del comandante unitario Pedro León Zuluaga. Luego de varias horas de lucha, los federales lograron quebrar la línea y los “azules” se dispersaron dejando en el campo de batalla cientos de muertos y heridos.
En esta inevitable derrota, las tropas retrocedieron y se dispersaron por todo el campo de batalla.
Laprida partió junto a otros unitarios para salvar su vida, perseguidos por una partida del general José Félix Aldao. El tropel de los vencidos fue interceptado muy cerca del lugar en dirección al Sur. Allí, este piquete lo apresó y lo condujo con otros. Al saber que era Laprida, uno de los que comandaba la montonera, lo ejecutó enterrándolo vivo y pasando un tropel de caballos sobre su cabeza, esto era una práctica común en ese entonces. Laprida tenía 43 años.


La foto muestra la casa donde nació Laprida. Estaba ubicada en calle General Acha, entre Laprida y Avenida Libertador San Martín, vereda este. Esta casa fue heredada por la familia Conte Grand - Jofré, que la refaccionó conservando las formas. Esta fue afectada por el terremoto de 1944 y tuvo que ser destruida. (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció",
de Juan Carlos Bataller





Francisco Narciso de Laprida,
nació el 28 de octubre de 1786 y fue asesinado el día 23 de septiembre de 1829 por los montoneros de Aldao























El Poema conjetural es un poema compuesto por el escritor argentino Jorge Luis Borges, en el que rememora la vida y la muerte de su antepasado distante Francisco Narciso de Laprida.
Este poema se publicó por primera vez en la edición del 4 de julio de 1943 del diario La Nación de Buenos Aires. Fue incluido luego en el libro El otro, el mismo (1969). Se lo relaciona como una metáfora de lo que acontecía en el período histórico en que fue publicado.
http://es.wikipedia.org/wiki/Poema_conjetural

POEMA CONJETURAL
El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829 por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:
Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.
Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.
Jorge Luis Borges, 1943

http://www.poesia-inter.net/jlb0506.htm

sábado, 3 de julio de 2010

algo más


Savater recrea en una biografía el humor metafísico de Borges

'He intentado huir del personaje original y raro, del ídolo sentencioso', dice el autor


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Fernando Savater (San Sebastián, 1947) llegó a leer a Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986) con tanta fruición que se lo aprendió 'casi de memoria'. Por eso no pudo resistirse a la invitación de Nuria Amat, que dirige la serie Vidas literarias de la Editorial Omega, cuando le pidió una biografía del autor de Historia universal de la infamia. 'Con ese pretexto, lo releí casi entero. Y me enganché otra vez. Borges es un refugio de los tropezones más áridos de la vida'.

Savater recupera el esplendor del Borges más libresco y estimulante, y sumerge al lector en su mundo de ironía y metafísica a través de una semblanza de la que emerge el Borges humorista, dotado de una ironía fina como una cuchilla de afeitar, lector voraz y crítico agudísimo, escritor que estimula a escribir. 'Borges es dueño de un mundo muy significativo y muy abstracto que te aleja de lo peor de la realidad. Pero no desde el escapismo, porque te hace ahondar más en las cosas, olvidarte de lo banal. Su ironía no es de carcajadas ni de payasadas, sino de buscar las vueltas a las cosas, a las grandes ideas. Le gusta la metafísica, la filosofía, pero tiene demasiado humor para alcanzar grandes logros: nunca es capaz de evitar la sonrisa'.

Es el Borges explorador, aventurero, saltimbanqui y coleccionista de maravillas el que prefiere Savater, según demuestra la deliciosa selección de textos que cierra el volumen de Omega. 'Sus temas son los libros, sí, pero nunca cae en lo pedante de lo libresco, sino que coge el libro como un descubrimiento, con la actitud de un descubridor que enseña sus joyas. Su selva son los libros'.

Pero al mismo tiempo está el Borges popular y bonaerense, 'un Borges social, satírico, conectado con la realidad, crítico con las clases altas, incluso antiperonista. El que escribe cuentos con Bioy, o narra las aventuras de Billy the Kid, o hace parodias de la novela policiaca o se pone melodramático. A Borges le iban muy bien los géneros populares'.

Y, a la vez, el Borges sugestivo, con ese reverso que casi da miedo: destroza un libro con un solo adjetivo. 'Tiene mucho ojo para lo curioso, para lo original, para encontrar el punto más sugerente de cualquier cosa y entresacar lo que da lugar a más reflexiones, incluso para inventarse un libro en dos líneas. Va a lo esencial, y yo creo que por eso no escribió nunca novelas, porque las novelas requieren mucha paja. Pero su capacidad crítica es ilimitada. Con una frase es capaz de desmontar el prestigio de una fama'.

Y luego está su recepción, siempre ambivalente, aun contradictoria. Por una parte, dice Savater, 'Borges ya no tiene discusión, nadie hace una lista de los diez autores más importantes del castellano y lo omite'. Por otra, resulta extraña su enorme popularidad, porque no es para nada un autor fácil: 'Sus encantos no son evidentes, no parece el tipo de escritor que pueda gustar a todo el mundo, muchos lectores pueden encontrarlo demasiado fuerte y buscar algo más cálido'. Y, por fin, están los contagiados, los borgiadictos. 'Yo tuve una época en que me lo tuve que quitar de encima porque todo lo que escribía era borgiano, de repente me descubría adjetivando como él. Tiene un estilo muy parodiable. Hoy, cuando leo cosas de cuando era joven, me da risa ver lo borgiano que me ponía'.

Pero sacárselo es casi imposible. 'Si entras en él a fondo ya nunca sales. Se te pega hasta su forma de mirar películas. Sus tópicos, el espejo, el laberinto, el juego de la recurrencia infinita de las bibliotecas están en el inconsciente colectivo'.

Savater no rehúye hablar de ellos ('es inevitable'), pero su semblanza tiende a alejarse del fárrago manido. 'He procurado huir del perfil del ser humano que se pone los calcetines, pero también del comentario de texto y de ese Borges público, lleno de chascarrillos políticos y breves genialidades'.

La biografía deja un Borges cabal, erudito, creativo, muy poco frívolo. 'Es sobre todo un retrato biográfico del autor, de la tarea de su escritura, que al fin y al cabo es lo importante. En sus libros no buscaba ser tan chocante como hablando, todo lo que escribía estaba fundado. Pero es verdad que Borges tiene una parte de personaje de revista ilustrada. Sus chistes, sus bromas, sus comentarios contra natura, sus boutades, se prestaban casi a la caricatura, a un ídolo ciego, sentencioso, fantástico, original y raro'.

Encontrado en: http://www.elpais.es/articulo.html?anchor=elpepicul&xref=20020203elpepicul_4&type=Tes&date=

ENLACES
http://tardesdemateycuentos.blogspot.com/2010/06/ernesto-sabato-jorge-l-borges.html

Y
El Golem
Algo sobre Praga
( entradas anteriores en este blog)

jueves, 1 de julio de 2010

Algo sobre Praga -

Praga

Etimología


Según las leyendas de la Princesa Libuše vio muchas profecías de su castillo Libušín, que se encuentra en el centro de Bohemia. En una profecía, se le dijo, ella preveía la gloria de Praga. Un día ella tuvo una visión:



«Veo una gran ciudad, cuya gloria se tocan las estrellas! Veo un lugar en medio de un bosque donde un empinado acantilado se eleva sobre el río Moldava. Hay un hombre, que es el trabajo umbral (prah) de la casa. Un castillo llamado Praga (Praha) que se construyó allí. Así como los príncipes y los duques encorvarse delante de un umbral, que se inclinará al castillo a la ciudad y en torno a ella. Será Honrado, privilegiado con gran renombre, alabanza y se le concedió por todo el mundo.»[6]

Otros historiadores opinan que el nombre de la capital tiene su origen en la palabra eslava Prga, que significa «harina tostada», debido a la aridez del lugar elegido para construir el castillo de Praga.[7]



Por último algunos opinan que el origen es la palabra checa Prahy que significa «rápidos» por los rápidos del río Moldava, a cuyas orillas se asienta la ciudad.[8



Cultura, Centro histórico de Praga,

Patrimonio de la Humanidad — Unesco



Tradicionalmente Praga ha sido uno de los centros culturales más importantes de Europa Central. Actualmente, tras la caída del comunismo, recuperó su tradición y festeja centenares de eventos como festivales de cine, música o literatura. La actividad teatral y operística de la ciudad presenta una enorme oferta durante todo el año. El Teatro Negro, el Teatro Nacional de Praga y el Teatro del ballet Nacional son algunos de los más famosos atractivos culturales.



Museos

El Museo nacional -en checo: Národní muzeum- es uno de los principales museos de Praga. Ocupa un edificio neorrenacentista situado en lo alto de la plaza de Wenceslao, la principal de la ciudad. Su vestíbulo central sirve también de panteón de los grandes checos. Se fundó en 1818 como Museo patriótico de Bohemia (Vlastenecké muzeum v Čechách). En 1848 toma el nombre de Museo checo (České muzeum), de 1854 a 1919 el de Museo Real checo (Muzeum Království českého). El edificio ocupado por el museo es obra del Josef Schulz, el arquitecto del Teatro nacional de Praga, construido en la misma época (1885-1890). [1]



El Museo judío -en checo:Židovské muzeum- es en realidad un conjunto de distintos edificios dentro del antiguo gueto de Josefov. Fue fundado en 1906 por Hugo Lieben y Augustin Stein para la conservación de valiosos objetos de las sinagogas de Praga. Con la ocupación nazi y el régimen comunista el museo estaba muy limitado en sus funciones. Desde 1994 recuperó y amplió su status original. Posee una de las mayores colecciones de arte judío en el mundo, que comprende unas 40 000 piezas de museo y 100 000 libros. El museo incluye las sinagogas Maisel, Española, Pinkas, Klaus, el Antiguo Cementerio Judío, la Sala de Ceremonias de la Sociedad Funeraria y el cementerio judío de Žižkov. [2]



Otros museos de menor relevancia incluyen el Museo Alfons Mucha [3] que recoge más de 100 obras u objetos relacionados con autor checo, el Museo Franz Kafka [4] que alberga las primeras ediciones de sus libros, así como correspondencia personal y audiovisuales del escritor, o el Museo del Juguete, que se encuentra en el castillo de Praga, entre otros.